domingo, 24 de mayo de 2015

"EL MARIDAJE DE LOS VINOS DE JEREZ"

Con motivo de lo que se ha venido en llamar Sherry Festival el pasado lunes 18 de mayo tuvo lugar en el Hotel Majestic de Barcelona un evento de los "importantes". Entre los diversos actos que durante toda esta semana se han programado en Barcelona para promocionar estos vinos, tan cercanos y a la vez tan desconocidos, estuvo la presentación - me resisto a llamarlo Showroom - que 17 bodegas del Marco de Jerez hacían de sus vinos, así como tres sesiones relacionadas con esta tipología de vinos.
 
Asistí a la sesión "El Maridaje de los vinos de Jerez", dirigida magistralmente por el periodista gastronómico y escritor José Ferrer. Debo reconocer que no sabía cómo podría resultar la experiencia, porque soy un enamorado de los vinos de Jerez pero las catas-maridaje a las que anteriormente había asistido habían sido un tanto decepcionantes. No fue el caso.
 
El maridaje no es otra cosa que una buena armonía entre comida y vino.  Si bien existe cierta dosis de subjetividad, creo que en un porcentaje muy elevado la mayoría de nosotros coincidiría en determinar lo que es un buen maridaje y lo que es una mala combinación. Para mi, la esencia del maridaje reside en que el vino no esté por encima de la comida ni que, por el contrario,  el alimento deje desnudo al vino. Si además de ello el vino es capaz de ensalzar y potenciar  las virtudes que tiene el plato, sin perder en el camino su esencia propia, estamos ya ante el maridaje perfecto.
 
Empezaré por describir lo más brevemente posible la mecánica de la cata del pasado lunes porque entiendo que en ello estriba el éxito de la sesión. Nos enfrentábamos a 6 vinos de Jerez, tan diversos como una Manzanilla de Sanlúcar, un Fino, un Amontillado, un Palo Cortado, un Cream y un Pedro Ximénez.
 
La parte de la comida es la realmente novedosa, porque consistía en distintos alimentos gelificados y presentados en 7 cucharillas que iríamos probando con cada uno de los vinos. El gel se elabora partiendo de materia prima de primera calidad, que se tritura y a la que seguidamente se añade xantana. Este elemento es una especie de "espesante" que nos dará la consistencia de pasta o de gel a estos alimentos, respetando por completo todo su sabor propio. Según nos explicaba José Ferrer, después de muchas catas-maridajes dió con este sistema que considera el más adecuado por varias razones: a) de un lado porque es sencillísimo de manejar - los gelificados se colocan en "biberones" que se pueden transportar fácilmente, y no es necesaria una logística demasiado compleja para hacer una de estas catas-  b) la consistencia del gel hace que se adhiera perfectamente a las pareces de la boca, y permanece largo tiempo en ella, por lo que es una textura ideal para hacer estas pruebas de maridaje .
 
Vamos directamente con los vinos y cómo se desarrolló la cata:

LOS VINOS:

1) Una Manzanilla de Sanlúcar. Vino de crianza biológica criado en Sanlúcar de Barrameda un mínimo de 2 años, salino, de carácter algo más floral y una nota de hongo más presente que la del Fino puesto que en la citada localidad el velo tiene mayor grosor por las especiales condiciones climáticas.
2) Un Fino. Vino también de crianza biológica como el anterior. Suelen tener un perfil salino, y habitualmente son de un color más pálido que la Manzanilla.
3) Un Amontillado. Es un vino de Jerez que ha participado de los dos tipos de crianzas propios de esta zona. Una primera fase de crianza biológica más o menos duradera, seguida de una segunda fase de crianza oxidativa. Ello le confiere una complejidad extraordinaria, que mezcla un carácter marino con notas de frutos secos, y las notas de la crianza en madera.
4) Un Palo Cortado. Es un vino que tiene un breve paso por crianza biológica y un posterior paso por crianza oxidativa. Proviene de mostos más finos, más elegantes y es el bodeguero el que decide qué mostos son los adecuados para esta tipología especial. Color dorado intenso, perfil aromático amplio, especiado, laca de uñas y en boca complejidad e intensidad.
5) Un Cream. Es una mezcla de un vino Oloroso con un vino dulce que puede ser un Pedro Ximénez o un vino de Moscatel. Presenta generalmente color ambarino intenso, es untuoso y semidulce en boca.
6) Un Pedro Ximénez. Vino dulce elaborado mediante el prensado de la uva desecada al Sol, que se encabeza con alcohol vínico y se somete posteriormente a crianza oxidativa.  Color caoba intenso, aromas de dátiles, higos, uva pasa. Sumamente untuoso en boca. Su contenido en azúcar puede alcanzar los 400 gr/litro


LAS CUCHARILLAS Y EL MARIDAJE:

La mecánica de la cata consistió en probar primero cada una de las cucharillas con el gel, para identificar lo que eran y definir los aspectos/sabores más relevantes presentes en el mismo. Seguidamente, tomándolo en porciones pequeñas iríamos probando el gel con cada uno de los vinos para llegar a la conclusión de cual o cuáles podían ser los más compatibles.

Cucharilla 1. Berberecho al natural. 
El alimento en cuestión tiene yodo, salinidad, sabor marino.
La prueba resultó ideal por esa salinidad y sabor a mar, con la Manzanilla y el Fino, particularmente mejor la primera por su boca menos punzante que el Fino.  El amontillado puede con el berberecho y lo anula, mientras el Palo Cortado deja en boca una acidez desbordante no demasiado agradable. Los vinos dulces resultan una combinación extraña y poco agradable.

Cucharilla 2. Boquerón en vinagre
El alimento tiene amargo (perejil), acidez (vinagre), picante y potencia (ajo), sabor marino
En este caso, si bien la Manzanilla no es un mal maridaje, el Fino es el más compatible, aguanta mejor la acidez del vinagre y en conjunto hay una mayor armonía.  El Amontillado vuelve a estar por encima del boquerón, mientras que el Palo Cortado queda desvirtuado por la acción del vinagre de este plato.
 
 Cucharilla 3. Alcachofas.
La alcachofa es uno de los alimentos más complejos "teóricamente" para su maridaje. Tiene verdor, astringencia, amargor fuerte.
La prueba con los vinos da resultados no favorables con Manzanilla y Fino, que quedan muy desdibujados y pierden su personalidad con el amargor de la alcachofa. El amontillado obtiene un buen resultado e incluso el final que nos queda en boca es el del vino. La mejor combinación es, sin duda, la del Palo Cortado, que mantiene su personalidad y ayuda a suavizar el amargor característico de la alcachofa.  El Cream y el Pedro Ximénez produce en boca un choque de trenes  poco agradable entre  sabores amargos y dulces.
 
 Cucharilla 4. Caldo Dashi con soja
Tenemos en este caso un fuerte sabor salino, característico de la soja.
La prueba con la Manzanilla resulta negativa, ésta queda vacía. Son en cambio buenas combinaciones tanto el Fino, como el Amontillado y el Palo Cortado. En concreto el Palo Cortado se alarga mucho en boca. Los vinos dulces no resultan agradables, aunque algunos asistentes encuentran interesante el maridaje de esta soja con el Cream.

Cucharilla 5. Salsa de Curry
Esta preparación tiene varios elementos principales: cremosidad, punto picante y sabor especiado
La experiencia con Fino y Manzanilla resulta desagradable; los vinos pierden su expresividad y dejan solo una acidez desbordada en boca.  El Amontillado aguanta el plato y lo que hace es potenciar la parte picante. El Palo Cortado deja una sensación cálida muy agradable por el picante y además potencia el sabor de las especias, lo que resulta sumamente interesante. El Cream sobrepasa al plato y nos deja un picante muy apagado en el paladar.

Cucharilla 6. Wasabi con caldo de pollo
El Wasabi tiene un sabor característico, potente, picante.
Como cabía esperar después de lo visto con la cucharilla anterior, tanto Amontillado como Palo Cortado son buenas combinaciones; si nos gusta el picante el amontillado lo hace venir arriba. No resultan desagradables los vinos de crianza biológica en esta combinación, y aunque no es nada especial tampoco resultan extraños el PX ni el Cream, aunque mitigan mucho la esencia del Wasabi.

Cucharilla 7. Chile Chipotle
En esta cucharilla tenemos básicamente picante, mucho picante.
Los vinos de crianza biológica no aguantan estos sabores y sí en cambio Amontillado y Palo Cortado. Vuelve a demostrarse que el Amontillado nos potencia el picante. La complejidad del Palo Cortado se mantiene y a la vez resalta el Chile. Lo inesperado aquí es la combinación con el PX, que sería el maridaje estrella: mitiga en parte el picante del chile pero le permite manifestarse y resulta agradable mezclado con la untuosidad en boca del Pedro  Ximénez y su elevado dulzor. Toda una sorpresa, sin duda.


CONCLUSIONES

 Los vinos de Jerez son ciertamente especiales. Lo son por su peculiar elaboración que los hace prácticamente únicos en el mundo, y lo son por sus particulares características. A mi modo de ver las características que los hacen tan diferentes son:

1) su perfil salino, producto de la proximidad del mar en la zona en la que se elaboran.
2) su crianza bajo velo flor, que les confiere esa complejidad propia de las levaduras que forman ese velo
3) su escaso nivel de acidez.

Estas características son los cimientos sobre los que se asientan las grandes posibilidades de maridaje que tienen estos vinos, en especial con ciertas comidas que hoy día están ganando terreno como son la comida hindú, la mexicana o la japonesa.

A nivel general por tanto, ese perfil salino, los hace muy agradables acompañando platos con elevado contenido en sal, tipo crustáceos, mariscos, salazones (anchoas, mojama, etc), almendras saladas, y cómo no,  jamón ibérico.  ¿Qué vinos pueden rendir bien con estos alimentos? Pues ciertamente muy pocos, poquísimos. Hay que pensar que el tanino potencia la sensación de salinidad en boca, con lo que todos estos alimentos que son salados difícilmente van a "casar" con un vino tinto. Pueden responder bien los cavas y también ciertos blancos frescos y de buena acidez. Sin duda, una buena elección sería también un Fino o una Manzanilla.

El hecho de ser de los vinos menos ácidos que existen también nos permite el maridaje con productos y platos que llevan vinagre. El caso de las ensaladas es el paradigmático. ¿Qué vino podemos tomar con una ensalada que no quede anulado automáticamente? Pocos, ciertamente pocos; finos, manzanillas y hasta amontillados nos pueden maridar a la perfección con ellas.

La complejidad es algo propio de los vinos de Jerez amontillados, olorosos y Palos Cortados. Ya he comentado que durante la cata se puso de manifiesto claramente que Amontillado y Palo Cortado no solo aguantan perfectamente la comida picante, sino que en el primer caso incluso se potencia esa sensación en boca. El Palo Cortado es también una buena combinación, si bien parece responder mejor con alimentos muy especiados, en los que también lleva a la cúspide el sabor de las especias.  Por tanto, comida hindú, comida thai y mexicana pueden maridarse con estos vinos.

También ha quedado demostrado el gran valor de estos vinos al aguantar perfectamente con alimentos que son difícilmente "maridables"; la alcachofa o  el espárrago tienen un sabor amargo, incluso dando notas metálicas en boca que son complicadas de acompañar con un vino sin que éste pierda su identidad. Amontillados y Palos Cortados lo hacen.

En la comida más tradicional,  un maridaje ideal es el de un Oloroso con un guiso de carne de aquellos que requieren horas y horas en el fuego. El caso paradigmático,  el Rabo de Toro, pero también con un buen estofado o unas carrilleras de ternera. La lenta cocción de estas carnes, con sus especias y el vino que añadimos en la cocción, casan a la perfección con la complejidad que tiene el Oloroso que tras años de crianza en pipas viejas de roble americano, adquiere muchos matices y aromas (frutos secos, especias, madera envinada, etc) convirtiéndolo en complemento perfecto para estos guisos. También con los quesos semi-curados o curados, el Oloroso es una muy buena elección.

Si nos adentramos en el mundo de los vinos dulces, el ejemplo paradigmático es el Pedro Ximenez, un vino que puede contener entre 400-500 gr/l de azúcar residual. Sus características notas de higo, dátil, fruta pasificada,  son el maridaje ideal de productos como el chocolate negro, por esa buena combinación de dulzor-amargor. También obviamente, por afinidad, nos vendría de fábula para un postre de "músic". Sorpresa fue también la combinación de estos vinos con el picante; el vino no pierde su esencia, su licorosidad y dulzor pero ayuda a rebajar la sensación del picante.
 
En definitiva, posibilidades hay muchas y las mejores son las que a cada uno nos resulten más placenteras. De lo que no hay duda es que...hay que darle una oportunidad a los vinos de Jerez...no os defraudarán.

martes, 19 de mayo de 2015

"LOVAMOR 2014", una albillo que enamora

Elaborador/Bodega: Alfredo Maestro http://alfredomaestro.com/index.php/vinos/item/96-lovamor
Variedades: Albillo 100%
Grado alcohólico: 12%
Precio orientativo: 11,80 €
Denominación de Origen: Vino de la Tierra de Castilla y León

Datos sobre la elaboración: El vino es un monovarietal de Albillo, de fincas situadas en lomas entre 700-1000 metros de altura. La Albillo es una variedad que prácticamente solo se encuentra en España, y particularmente en la zona de Valladolid, Castilla la Mancha, Madrid y también el Levante. Es una uva que tiene una baya de tamaño mediano, redonda, de color dorado intenso, y de escasa acidez. Con ella se elaboran notables monovarietales si bien su empleo mayoritario es en pequeñas proporciones en tintos de Ribera del Duero, para dotarles de algo de frescura, así como en los rosados de Cigales.

Este "Lovamor 2014" está elaborado sin sulfitos añadidos, y con prácticas de bodega y de viña que podríamos entender como las propias del vino natural. En alguna entrevista el elaborador ha mencionado su interés por la viticultura biodinámica, pero no se reconoce como un seguidor radical de sus postulados.
 
La uva se recoge manualmente y fermenta en depósitos de INOX; hay una maceración con pieles de 4 días que le va a dar al vino ese color tan peculiar que tiene. Otro aspecto a destacar es que el vino no hace fermentación maloláctica.

Otras cuestiones: Merece la pena referirse siquiera unas líneas al artífice de este vino, Alfredo Maestro. Y es que este hombre, dedicado no hace demasiado tiempo al sector financiero decidió comprar unas tierras y elaborar vino (primero para consumo propio); lo hizo leyendo libros de enología y viticultura de forma totalmente autodidacta, hasta llegar en la actualidad a una producción que en su conjunto alcanza las 30.000 botellas, de 12 tipos de vinos distintos, que elabora en esta zona.    Actualmente también tiene bodega en la zona de Madrid, en la zona de Gredos (Ávila) y en Cigales.  http://elmundovino.elmundo.es/elmundovino/noticia.html? vi_seccion=8&vs_fecha=201204&vs_noticia=1335165650

La bodega está situada en la localidad de Peñafiel (Valladolid), zona eminentemente vinícola ya que pertenece al centro neurálgico de la Denominación de Origen Ribera del Duero. Pese a esta ubicación geográfica este viticultor decidió mantenerse fuera de la DO, y de hecho sus vinos nada tienen que ver con los de dicha Denominación. Son vinos de baja graduación y poco paso por madera que se alejan un poco de los conceptos de la zona; emplea en los casos de los vinos con crianza, barricas viejas de roble francés "azueladas" - que se rebajan unos 3mm en su parte interior para poder llegar a la madera nueva de la misma-. La idea es siempre que la madera no enmascare la fruta.

   
Nota de Cata
 
En copa nos topamos con un vino de los que se denominan "piel de cebolla", un amarillo casi dorado, en este caso de no demasiada profundidad. Es un vino limpio, sin precipitados ni partículas en suspensión, brillante, y con un reflejo de color cobrizo. La puesta en escena es la de un vino diferente de lo que generalmente esperamos encontrar cuando servimos un vino blanco.

En nariz es agradable, de media intensidad ya de inicio. Hay notas de tipo herbáceo, como de hierba recién cortada, notas resinosas, y también un fondo balsámico. Esta parte balsámica se hace cada vez más presente a medida que aireamos el vino, y es entonces cuando aparece también la parte frutal del mismo: con manzana roja asada, orejones e incluso alguna nota de regaliz negra. Los balsámicos o mentolados van ocupando posiciones más claras a medida que dejamos el vino en la copa, y ello confiere una parte fresca al conjunto.


Es una "nariz" no demasiado generosa ni variada, pero correcta.

La boca nos trae un vino de acidez desbordante, que acompaña un buen volumen y sedosidad en su tránsito. Hay una sensación punzante o chispeante en la punta de la lengua que podría deberse a una pequeña proporción de carbónico que, si bien no es desagradable, particularmente no me convence.

Lo mejor sin duda es que el vino es muy sápido y permanece mucho tiempo su recuerdo en boca. El conjunto goza de un buen equilibrio, hay acidez, hay algo de tanino - presumiblemente por larga maceración con pieles-  y también hay calidez (a pesar de que estamos hablando de un vino con tan sólo 12º, aspecto por otro lado no demasiado común hoy día y menos en vinos nacionales)


Conclusión y maridaje. Debo reconocer que probé este vino sin saber que estaba ante un vino natural; si bien durante la cata tuve alguna sensación de que podía serlo, la verdad es que enseguida la deseché. Y es que este "Lovamor" es un vino muy franco, pero también muy limpio de aquellas notas que a veces nos dan los vinos naturales y que pueden resultar para algunos no demasiado atractivas.

Centrándome en el vino, si tuviese que destacar los puntos fuertes  de este "Lovamor 2014" sin duda serían, por un lado su carácter en boca, muy sabroso y largo, y por el otro, su interesante RCP. Aunque lo importante siempre ha de ser el vino, no puede tampoco prescindirse de la imagen y el marketing, y obviamente, el nombre y la etiqueta son originales, llamativos y atractivos.

Por mencionar también algún aspecto negativo, ciertamente el tapón sellado con lacre no hace nada fácil la apertura del vino y si pensamos en un consumo en hostelería, menos aún.

En cuanto al maridaje, pienso que al tratarse de un vino que combina buena acidez y sapidez en boca, nos puede venir muy bien para acompañar pescados grasos e intensos, como puede ser sin duda un buen salmón.

viernes, 8 de mayo de 2015

La hora del Vermut

En los últimos años el Vermut está viviendo una segunda juventud, y  ha tomado un impulso como bebida principal en el aperitivo. No hay más que ver la cantidad de establecimientos/bodegas que han abierto tus puertas en estos últimos tiempos en la ciudad de Barcelona ofreciendo una buena oferta de vermuts.
 
En el día de ayer, en la Vinacoteca (c/ Valencia, 595, Barcelona), se congregaron 8 marcas de vermuts, dentro de un evento bautizado como "Festival del Vermut"  en el que tuvo lugar además la presentación del libro "Teoria i Pràctica del Vermut" , de los autores Josep Sucarrats, Miquel Àngel Vaquer y Sergi Martín.
 
Pero...¿qué es el vermut? Pues por dar una definición simple, un vermut no es más que un vino aromatizado. La base de un buen vermut es un vino al cual se le añade alcohol vínico (el obtenido de la destilación de un vino) que ha sido macerado o infusionado con hierbas, flores, especias, frutas, etc. Posteriormente esa mezcla, ese vino encabezado, requiere de un tiempo para su estabilización y perfecta unión de sus componentes, que puede o no tener a su vez una cierta crianza en tinas o barricas de roble.

De entre estas hierbas, frutas y especias la que nunca falta es la Artemisia, también denominada vulgarmente ajenjo, responsable de  ese sabor amargo tan característico del vermut. El ajenjo (Artemisia absinthium ) ha sido desde antiguo considerada como una planta con efectos beneficiosos para los malestares estomacales y también contra la fiebre.

El sabor amargo está íntimamente relacionado con una incitación a comer y por ello, el vermut es un clásico para acompañar un aperitivo, ya que las bebidas dulces en este momento previo al ágape pueden tener el efecto contrario. Pese a ello, dentro de los vermuts, podemos diferenciar dos grandes tipos, vermuts secos y  dulces (en los segundos tendríamos un contenido de azúcar residual superior a los 120 gr/litro).

En realidad cada marca tiene su propia fórmula secreta sobre los "botánicos" que utiliza para aromatizar su vermut, pero entre los habituales estarían el anís estrellado, el hinojo, la melisa, el cardamomo, la piel de naranja, el romero,  y muchos más.
 
Entrando ya en materia, los vermuts que pudieron degustarse ayer en Vinacoteca fueron los de las marcas: Casa Mariol, Yzaguirre, Martini, Cinzano, Bodegas Martínez Lacuesta, Perucchi y Vermouth Com el d’Abans. Sin duda fue una buena muestra representativa de la diversidad que podemos encontrar en este producto.
 
Hay que empezar por establecer una clara diferencia entre los vermuts italianos (Cinzano, Martini) con respecto a los de nuestro país, y es que estos vermuts italianos tienen un amargor extraordinario, muy marcado, que puede que no sea del agrado de todo el mundo. Ese amargor, según me comentaron en el expositor de Cinzano, obedece a que en la elaboración del vermut se emplea caramelo quemado, que además de color, aporta una nota más amarga. Si entendemos ese amargor tan presente, el Cinzano 1757 me pareció un vermut maravilloso. También el Cinzano clásico, que tiene la misma base aunque el primero es algo más intenso, tiene un grado alcohólico mayor y la extracción de los aromas se realiza de forma más lenta.
 
Uno de los clásicos en Cataluña es el Vermut Izaguirre. Había probado antes el blanco con crianza y ayer pude catar el negro, también con una crianza de 12 meses y alrededor de 80 elementos de maceración. Es un vermut con un perfil aromático muy vinoso, en el que se nota el paso por barrica con fuertes balsámicos, y en boca es muy intenso pero goloso. No hay esas notas amargas marcadas, pero tampoco dulzor.  Hay en definitiva un equilibrio bastante bien logrado. Tiene 18% de alcohol.
 
 Tenía ganas de probar el vermut gallego  de Nordesia. El blanco elaborado con Albariño principalmente y el rojo con vino de la variedad Mencía. Buena aromática en ambos casos, pero en boca algo desequilibrante por su amargor. Es entre los vermuts españoles el más parecido a los vermuts de corte italiano.
 
El vermut Casa Mariol, es el que habitualmente consumo en casa. Lo probé en una ocasión y me encantó aunque quizás ello sea debido a que no soy un gran consumidor de esta bebida. Yo lo definiría como un vermut fácil, que gusta a prácticamente a todo el mundo y que sin tener un dulzor presente si está falto de ese punto amargo punzante final.
 
El Vermut Com el d'Abans, está elaborado en Reus, una de las zonas emblemáticas de esta bebida, aunque el vino procede tanto de  Tarragona como del Penedés. Tanto el blanco como el rojo son vermuts muy untuosos, que llenan la boca, y aromáticamente quizás menos expresivos. El rasgo, a mi modo de ver, que más destaca de este vermut es que son los más "dulces" de los presentes ayer. Esto tiene un punto a favor, y es que son fáciles de beber...pero un punto en contra...y es el peligro que esto último tiene. Buena relación calidad precio, la botella creo que sale por menos de 5 euros.
 
Muy interesantes los vermuts de Perucchi, empresa elaboradora ubicada en Badalona. Todos sus vermuts se elaboran exclusivamente con vinos blancos  procedentes del Empordà y de Tarragona. A partir de ahí, al vermut negro se le añade caramelo para darle ese color ambarino intenso que presenta, y al que también contribuye el alcohol vínico que previamente se ha macerado con nueces verdes que se dejan secar. Son vermuts que no tienen antioxidantes añadidos, hay buena intensidad aromática en ellos (son ambos muy florales y herbáceos) y en la boca intensos y especiados.
 
 Por último pude probar también los vermuts elaborados en La Rioja por Bodegas Martínez Lacuesta. Junto a los de Nordesia, son los de un mayor amargor entre los nacionales. Elaboran un vermut blanco, un rojo sin crianza y tres con crianzas de 7 meses en roble francés, 12 meses en roble de acacia, y 12 meses en roble francés.
 
 

martes, 5 de mayo de 2015

"EL APRENDIZ 2013", nos habla de la Prieto Picudo

Elaborador/Bodega: Leyenda del Páramo (http://leyendadelparamo.es)
Variedades: Prieto Picudo
Grado alcohólico: 12,5%
Precio orientativo: 8 €
Denominación de Origen: DO Tierra de León


Datos sobre la elaboración: El vino empieza con una maceración en frio con sus pieles durante aproximadamente 72 horas, para pasar luego a tanques de acero inoxidable donde se lleva a cabo la fermentación alcohólica y, posteriormente, la maloláctica. La crianza se realiza en barricas de varios usos (4-5 vinos) por espacio de 3 meses, tratándose tanto de barricas de roble francés como de roble americano. Es por tanto un vino que denominaríamos de los de "media crianza".

Otras cuestiones: Se trata de un monovarietal de una uva autóctona de la zona de León, como es la Prieto Picudo, que también podemos encontrar en Zamora. Es la Prieto Picudo una variedad que destaca por su elevada capacidad colorante - aunque en el presente vino no sea así -, por una notable acidez y generalmente por que da vinos de poca graduación alcohólica. El racimo es compacto - de ahí su nombre -, y formado por bayas de mediano tamaño pero de intenso color azulado. Este varietal soporta bien la crianza en roble, especialmente porque como veréis en la nota de cata es un tipo de uva que adquiere bien las notas de la barrica sin perder por ello sus características frutales.
   
Nota de Cata
 
Visualmente estamos ante un vino limpio y brillante, de poca extracción; coloración rubí y ribete amoratado que da cuenta de que estamos ante un vino joven. La evolución en copa denota escasa densidad, poco cuerpo, y la lágrima es abundante, de pequeño calibre, caída rápida y ligeramente tintada.

La nariz se muestra poco expresiva inicialmente; las notas que percibimos son agradables pero poco intensas. Aprecio notas de frutilla silvestre roja, poco madura, del tipo de las grosellas o la mora roja de zarza, junto a aromas de regaliz roja. Envuelve el conjunto una nota herbácea.

Si le damos su tiempo de aireación y movemos el vino en copa se hacen más significativos todos esos perfiles aromáticos que he mencionado antes y aparece uno de nuevo, una paleta aromática de balsámicos (eucaliptus, hierbabuena) que dotan de frescura al conjunto.

Como conclusión de esta parte aromática podría decir que el vino es agradable, pero sin demasiada complejidad. Al poco tiempo de servirse en copa muestra todo su potencial aromático y no hay evolución ni aparición de nuevos aromas con el transcurso del tiempo.

Al pasar a la boca, notamos ya en el primer segundo la frescura y vivacidad del vino. Tiene una acidez que desborda y al mismo tiempo mayor calidez de la esperada si tenemos en cuenta que sólo está en 12,5%.

Está falto de algo de volumen y estructura; el vino queda hueco en su paso por boca si bien en su favor hay que decir que pese a esa falta de cuerpo tiene una largura considerable. El tanino es medio pero un punto secante, quizás también algo más de lo que cabría esperar en un vino de una corta crianza como este. Los aromas de boca son reflejo de lo expuesto en la nariz, fruta roja de poca madurez, algo de regaliz roja y una parte sabrosa que viene  de la crianza, y que nos lleva hacia notas de especias dulces como la vainilla o la canela en polvo.

Conclusión y maridaje. Es este un vino claramente para hacer una copa en el aperitivo, acompañando embutidos y cuanto más grasos mejor (salchichón, chorizo ibérico, sobrasada, etc). Es un vino correcto, de fácil beber; en definitiva una buena elección para quienes disfruten con aquellos vinos que tienen una acidez bastante marcada pero conservan el carácter frutal en boca.

También cómo no, es aconsejable para quienes empiezan a curiosear en este mundo del vino y quieren descubrir variedades nuevas y sobre todo, autóctonas de cada zona. Nos gustará más o nos gustará menos pero vinos como éste son los que reflejan un territorio y sin duda tienen una identidad propia.