miércoles, 1 de abril de 2015

MASIA CARRERAS 2012, pura expresión de l'Empordà

Elaborador/Bodega: Celler Martí Fabra
Variedades: Cariñena Blanca (40%),  Cariñena roja (30%), Garnacha blanca, Garnacha roja y Picapoll (10% cada una)
Grado alcohólico: 14%
Precio orientativo: 14 €
Denominación de Origen: DO Empordà


Datos sobre la elaboración: El vino se elabora a partir de las cepas de más edad de la propiedad y se vinifican conjuntamente. Las variedades Cariñena roja y Garnacha roja son las que aportan al vino la estructura y el cuerpo, mientras que la Cariñena blanca es la responsable de la frescura y vivacidad del mismo. Una vez fermentado el mosto se lleva a cabo una crianza de 12 meses en roble francés Allier.

Otras cuestiones:  El viñedo de Masía Carreras se ubica en la Serralada de l'Albera, a alturas no demasiado relevantes (una media que rondaría los 200 m); lo ciertamente importante es el suelo, ya que estamos en terrenos que en una gran parte están formados por pizarra meteorizada. Este suelo es de poca profundidad, pobre en materia orgánica y permite un magnífico drenaje, lo que hace que por un lado las raíces no soporten una humedad excesiva y por otro provoca un estrés a la viña que hace que los aromas se concentren, especialmente esas notas minerales que se perciben en todos los vinos de la casa.

Como en la gran mayoría del viñedo de l'Empordà, sin duda otro de los rasgos característicos es el viento de la Tramuntana, que azota la zona, en ocasiones alcanzando incluso los 140 km por hora y que tiene una incidencia elevada en los vinos que allí se producen. Por un lado, el viento es el responsable del aumento de la evapotranspiración de la planta y ello le provoca, en consecuencia, un estrés hídrico (efecto beneficioso, ya que la vid lo que hace es acumular azúcares y polifenoles para contrarrestar esa falta de agua); por otro lado, por el efecto sanitario que el viento tiene, ya que al evitar la humedad en la vid, se evitan también gran cantidad de enfermedades y parásitos.
 
  

Nota de Cata
 
En copa vemos que estamos ante un vino limpio y brillante, de un color algo subido, amarillo limón intenso - que denota cierto paso por barrica - y con reflejos de color oro nuevo.  La lágrima es abundante, de tamaño grueso y de caída lenta, de lo que podemos deducir, antes de pasar a la boca, que se trata de un vino con cierto cuerpo, graso y envolvente.

Aromáticamente es muy profundo y tiene gran intensidad nada más meter la nariz en la copa. Se percibe claramente una parte floral muy agradable aunque lo más relevante, lo que envuelve al resto de aromas, son las notas de fruta tropical madura (mango, piña), y una punta balsámica o mentolada muy sutil.

Tras una ligera aireación se desprenden notas de corte más mineral; particularmente sensaciones olorosas que me recuerdan a la tiza, a la cal, todo ello acompañado de una frescura que yo identifico con  la familia de los mentolados o anisados, como sería el eucaliptus, el hinojo, e incluso la nota de hierba recién cortada.

Es en resumen una nariz muy perfumada, con buena intensidad, pero a la vez muy delicada y fresca.

La boca nos puede coger desprevenidos, si pensamos en esa nariz tan agradable y delicada, porque desde el primer sorbo apreciamos que este es un vino blanco estructurado y con notable volumen. Hay calidez, y se nota, aunque queda muy mitigada por una acidez vibrante que hace que pese a ese elevado grado alcohólico que tiene el vino, entre muy bien. Es en boca donde se perciben esas notas de ligeros tostados propios de la crianza en barrica, aunque lo más destacado es la mineralidad o salinidad, junto a toques especiados de pimienta blanca y fruta de pomelo que aporta a iguales una acidez cítrica y un amargor delicado que nos incita a beber más.

Conclusión y maridaje. Es este, sin duda, un vino que merece mucho la pena; una relación calidad- precio difícil de igualar y una complejidad y estructura que hace que pueda ser el compañero ideal tanto para platos de carnes blancas (pollo, conejo, lomo de cerdo), como pescados de carne consistente cocinados con salsas o acompañamientos no demasiado ligeros (rape, rodaballo, salmón, etc), o bien para platos de mar y montaña tan propios de la gastronomía catalana.




 

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